Palabras del presidente de FELABAN, Raúl E. Guizado Novey, 2024 – 2026

Palabras de apertura de presidencia del señor Raúl E. Guizado Novey, al iniciar su mandato como presidente de FELABAN en el período 2024 – 2026

Quiero agradecer a todos mis colegas por su apoyo, para permitirme liderar la Federación Latinoamericana de Bancos por los próximos 2 años.

Acepto este reto como un gran honor, pero — sobre todo — con la firme determinación de afrontar los muchos desafíos que tiene el sistema bancario en nuestra región, para generar impactos positivos en los problemas que inquietan a nuestras sociedades, a nuestros sectores financieros y a nuestros gobiernos.

La Federación Latinoamericana de Bancos debe ser agente de referencia, de oportunidades y — sobre todo — de dirección, para impulsar el desarrollo económico de cada uno de nuestros países, con responsabilidad.

Por eso, el reto que tenemos en FELABAN en los próximos dos años implica liderazgo y trabajo en equipo, para lo cual estoy seguro contaré no sólo con el apoyo del Comité Directivo, sino también del Consejo de Gobernadores y Administradores, porque compartiendo nuestras experiencias y conocimientos nos fortaleceremos como gremio.

Todos los aquí presentes nos hemos visto afectados, en algún momento de nuestras vidas, por la inestabilidad política y económica que con frecuencia azota a nuestra región, pero hemos logrado desarrollar y mantener instituciones bancarias fuertes y sólidas que han podido mantenerse firmes en los escenarios más adversos.

Esto nos confirma que el sector bancario es la piedra angular del desarrollo económico de la región, y que como intermediarios financieros somos estructurales para movilizar el ahorro, administrar el riesgo financiero, y evaluar la viabilidad de los proyectos de inversión y de consumo para las economías de nuestras naciones.

Estudios recientes en 7 países muestran una correlación positiva entre los depósitos y activos bancarios, y el crecimiento potencial de largo plazo, el cual está íntimamente ligado a la existencia de mayores niveles de producción, bienestar e ingreso per cápita.

Adicionalmente, muestran que las magnitudes relativas de los mercados bursátiles y de los depósitos bancarios son determinantes para que las empresas privadas crezcan y encuentren mecanismos de expansión de sus proyectos productivos, por lo que se refuerza la teoría de que hay una poderosa relación entre la oferta de financiación y el crecimiento económico.

Para hacer esto una realidad, los bancos en la región tenemos grandes retos que afrontar, incluyendo — por supuesto — lograr el acceso a la financiación.

Para el desarrollo económico sostenible de nuestros países, es necesario lograr mayor inclusión financiera y manejo prudente de las reglas del juego; aquí me refiero a las disposiciones legales y normativas aplicables en nuestros respectivos mercados.

El norte debe ser que todos, como agentes esenciales de las economías de nuestros respectivos países, trabajemos de la mano de las autoridades para buscar y garantizar que las reglas impuestas por gobiernos, supervisores y parlamentos sean claras, equilibradas, duraderas y razonables.

Las políticas de crédito e inversiones de los bancos deben ir más allá que las políticas de cada país, para que garanticen la estabilidad económica en la región.  Los bancos deben tener voz y voto en la formulación de las políticas económicas de nuestras naciones.

Estamos viviendo tiempos de turbulencias políticas y económicas en la región y sin duda es imperativo mantener la democracia y la institucionalidad de nuestros países.

La estabilidad política y macroeconómica de las naciones latinoamericanos es clave para atraer inversión extranjera a la región.  Para eso debemos establecer marcos regulatorios que favorezcan los negocios, independientemente de los vaivenes políticos.

Debemos manifestarnos en contra de regulaciones forzosas que imponen algunos gobiernos de la región y que no favorecen la libertad económica.

Es imperativo fomentar el diálogo entre el sector público y el sector privado, para lograr los cambios que requerimos y así alcanzar el crecimiento económico sostenible en nuestra región, la cual ha estado rezagada en cuanto a crecimiento del producto interno bruto en la última década.      

Como entidades bancarias no solo tenemos la capacidad de fomentar el crecimiento económico de un país, sino también la de asegurar que éste se haga dentro del marco de la legalidad y de la transparencia, evitando algunos de los grandes males que descomponen nuestras sociedades; como son los delitos financieros, el blanqueo de capitales y el financiamiento del terrorismo, entre otras de las muchas actividades que debilitan nuestros cimientos morales y económicos.

Por eso reitero la importancia de que, como principales representantes de la Banca de nuestros países, estemos ligados a las políticas de Estado que rigen la materia.

Como bien lo explican y sustentan estudiosos de la economía en algunas de las universidades más prestigiosas del mundo, las variables legales y normativas armónicas con los mercados dan como resultado un mejor entorno que fortalece el crecimiento económico.

Muy por el contrario, vemos que cuando las medidas que apuntan por distorsionar los mercados ocurren, se observan efectos que a la larga son indeseables. Un ejemplo de esto lo constituyen los nefastos efectos de la llamada represión financiera.  Cabe mencionar que la misma está lejos de ser una práctica nueva, o de este siglo.

Esto ha llevado, a través de los años, a temas como la intervención y co-administración de entidades privadas, la intervención en los mercados de deuda pública, el crédito dirigido, los controles a las tasas de interés, y la imposición de inversiones forzosas.

Al respecto, numerosos economistas han documentado cómo este tipo de procesos reduce el rendimiento marginal del capital y termina por reducir el ingreso per cápita de mediano plazo.  

Desafortunadamente, muchos piensan que la represión financiera es una fuente de buenas intenciones que resuelve problemas como la provisión de crédito a un sector específico, o la reducción del costo de financiamiento, para sectores que gravitan en la pobreza.

Nada más equivocado, por el contrario, los efectos terminan siendo indeseados y generando costos para el sector bancario. El crédito se restringe y genera un efecto conocido como la selección adversa.

Para FELABAN, es importante proseguir en una agenda que promueva alcances en temas concernientes a la inclusión financiera, que tanto se necesita para garantizar una mejor calidad de vida para todos los habitantes de la región latinoamericana.

La banca juega un papel fundamental y debe impulsar el desarrollo económico y social de nuestros países, con responsabilidad y prudencia en su actuar.

La educación financiera es otra área en la cual debemos enfocar y dirigir nuestros esfuerzos, ya que existe una estrecha relación entre ésta y la inclusión financiera.  Tenemos el desafío de brindar mayores oportunidades de formación y desarrollo a una población joven y en constante crecimiento. 

Desde la Federación Latinoamericana de Bancos estamos comprometidos y dispuestos a apoyar con educación financiera, y continuaremos explorando la mejor manera de hacer esto una realidad.

De acuerdo con el Banco Mundial, y su medida FINDEX 2021, el 72% de la población adulta posee una cuenta de ahorros en América Latina. Seguramente los aquí presentes coincidimos en que este número debe crecer, y que, para alcanzar mejores niveles, son muchos los caminos pendientes por recorrer.

Desde aquí celebramos que buena parte de los países de la región cuentan con estrategias nacionales de inclusión financiera que buscan articular la política pública tendiente a que los más necesitados tengan acceso, uso y calidad de los servicios financieros prestados por profesionales.  

En ese sentido, debo decir que tenemos barreras que superar para alcanzar el objetivo.

Desde el lado de la oferta, existen problemas de documentación adecuada, elegibilidad de los sujetos de servicios financieros, y algunos problemas asociados con la lejanía física de muchos de los agentes económicos.

Desde el punto de vista de la demanda, existe una clara ausencia de educación financiera, desconfianza en los bancos, razones culturales y sesgos de comportamiento que llevan al público a evitar los servicios financieros.

Igualmente, hay que decir que existen razones de naturaleza estructural, muy por fuera del alcance de los bancos y entidades comerciales, que son determinantes para que la población se abstenga de usar servicios financieros.

Entre ellos podemos mencionar temas como la pobreza, la falta de oportunidades laborales, la informalidad, el diseño de los regímenes fiscales, y la mala calidad de la educación.

Estos retos los conocemos todos, pero los invito a que juntos pensemos en maneras de superarlos y que busquemos alternativas para demostrarle a nuestras sociedades que el destino no está pre-determinado y que la oportunidad de ingresar al sistema financiero puede genuinamente cambiar una vida, y que volvamos a lo básico de inculcar que, una buena referencia de crédito es el mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos y a las futuras generaciones.

La promesa de la digitalización de los servicios financieros resulta ser consistente con las tendencias mundiales y con el devenir de las cifras.

De acuerdo con cálculos y estimaciones la Secretaría General de FELABAN, en el período 2013-2023, las transacciones hechas por los latinoamericanos por canales asociados a banca móvil han crecido a una tasa promedio anual del 65%.  

Muy a pesar de esta contundente tendencia, no puedo dejar de mencionar los problemas asociados con el acceso al internet y la conectividad de la población latinoamericana.

Según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el alcance del internet en la región es del 72.8% de la población. No obstante, de cada 100 habitantes, solo el 17% son usuarios de la llamada banda ancha.

La brecha de población con alguna infraestructura de internet, pero no conectada efectivamente, puede ser del 40%.  Estamos hablando de, al menos, 200 millones de personas en la región.

De acuerdo con la Asociación de Operadores Móviles (GSMA por sus siglas en inglés), el latinoamericano promedio consume 7 Gigabites por mes; dato que contrasta con los 17 Gigabites por mes consumidos en Europa y los 29 Gigabites consumidos por mes, por los usuarios en los Estados Unidos.

Es claro entonces que los procesos de digitalización que la inclusión financiera exige y demanda, necesitan de manera ingente de la infraestructura digital.

Hoy por hoy, varios bancos centrales de la región vienen trabajando en proyectos similares al PIX brasilero, que tiene inmensos avances, al incluir y llevar a la población, a la corriente formal de pagos.

En la región tenemos ejemplos: está el “CODI” de México, “Transferencia 3.0” en Argentina, y más recientemente, el “BRE-Be” en Colombia. Todos, proyectos que FELABAN ha venido siguiendo y documentando desde el año 2020 en sus reportes anuales de inclusión financiera.

Estas iniciativas que han sido construidas en amplio diálogo con la industria bancaria, pueden marcar un hito en la digitalización de los pagos y en la construcción de servicios financieros cada vez más personalizados y ajustados a la medida del consumidor específico.

En todos los casos, será necesario que el acceso a la conectividad mejore sustancialmente en la región.  Igualmente, amplias necesidades de educación financiera aparecen.

En ese sentido, se requiere que la misma encarne amplias dimensiones de información, orientación y acercamiento del público frente a las habilidades y destrezas, tanto en lo financiero, como en el campo de lo digital.

Desde nuestra posición, debemos ser los primeros defensores y promotores del atributo de estabilidad financiera con el que cuenta la banca de América Latina, ya que la misma está integrada por un conjunto de instituciones sólidas que ofrecen servicios a empresas, personas y gobiernos para consumir, invertir, y transar, entre muchas otras acciones, y que se brindan garantías aún co-existiendo con estados fallidos.

Nuestra región reclama más crecimiento económico, dejar atrás estructuras primarias, superar la informalidad, reducir la pobreza y la desigualdad, mejorar la baja calidad de la educación y los retrasos en la construcción de infraestructura física.  Para todos estos problemas, nuestra banca puede aportar soluciones, siempre que las mismas se hagan con objetividad y transparencia.

La meta debe ser lograr estabilidad financiera para la región y las menores distorsiones a los mercados, y si bien no podemos asegurarla, sí tenemos las facultades para supervisarla de manera efectiva, y así, aportaremos medidas para que los negocios florezcan, las economías crezcan y el bienestar de nuestros países y sus poblaciones se incremente.

Para concluir, quiero hacer énfasis en la importancia de combatir la corrupción desde las instituciones financieras que representamos.  Para eso es importante no sólo tener Códigos de Ética y Conducta que establezcan el comportamiento esperado de nuestros directores, ejecutivos y empleados a todo nivel, sino también establecer políticas antisoborno y anticorrupción en los bancos.    

Estamos seguros de que la banca tiene mucho que decir, y confiamos en nuestro poder para hacerlo.  Tenemos un rol que cumplir para propiciar la estabilidad económica en una región políticamente convulsionada.

Agradecido a todos por su atención y por su valiosa presencia aquí, en esta Asamblea Anual de FELABAN.

Buenas tardes.

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