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1. Editorial
Las cuentas fiscales en orden son un reto para América Latina. La coyuntura del período 2023-2025 marca un deterioro agregado de los balances de los gobiernos centrales: reducción de los ingresos, gastos inflexibles a baja y aumento de la deuda pública. Esto, en un escenario de mayores tasas de interés internacionales y bajo crecimiento económico en la región.
Sin margen fiscal, la región queda vulnerable en materia de política económica y con capacidades reducidas de acción ante choques adversos inesperados. Temas como el efecto del cambio climático, la migración inversa, el envejecimiento de la población y una agenda de competitividad son aspectos que muy posiblemente demandarán recursos en el mediano plazo.
Ajustes fiscales son necesarios para realizar cambios de tendencia en estas variables de vital importancia. Sin embargo, los mismos no son sencillos ni rápidos y exigen compromiso estatal de largo aliento. De acuerdo con Valencia, Gamboa-Arbeláez y Sánchez (2025)[1] los ajustes fiscales en la región toman en promedio 2.8 años y deben tener cuenta una profunda evaluación sobre la inversión pública que genera crecimiento económico y capital público a disposición de la población.
La tarea es urgente, las finanzas públicas estables contribuyen a la estabilidad de las variables macroeconómicas. De paso, siembra los cimientos de una estabilidad financiera, tan necesaria para que las entidades privadas del sector gocen de un entorno seguro.
[1] https://publications.iadb.org/en/fiscal-adjustments-and-asymmetric-effect-oil-shocks