Palabras Secretario General – apertura del Congreso CLAIN 2023

Palabras de Giorgio Trettenero Castro, Secretario General de FELABAN en la apertura del Congreso CLAIN 2023 

Palabras de Giorgio Trettenero Castro, Secretario General de FELABAN en la apertura del Congreso CLAIN 2023 

Quiero dejar un saludo especial a todos nuestros amigos de la Escuela Bancaria de Guatemala, a la asociación de bancos de Guatemala, y a todos los integrantes del Comité CLAIN por toda la hospitalidad y profesionalismo que hemos recibido en la elaboración y diseño de este congreso académico. A todos en Guatemala, nuestro mejor sentimiento de agradecimiento por toda su ayuda, su hospitalidad y calidez humana para el desarrollo de nuestro congreso.

Quiero iniciar el momento actual mencionando que nuestro momento económico no ha dejado de ser complicado y lleno de desafíos.

De acuerdo con el FMI, CEPAL y el Banco Mundial el crecimiento de América Latina será escaso. En el mejor de los casos 1.6% anual, siendo lo más probable que el mismo se acerque al 1%, de acuerdo con nuestras propias estimaciones matemáticas. Un número insuficiente para superar una pobreza agregada del 32% aproximadamente. Un número que no garantiza ahorro financiero, ni ahorro macroeconómico para una población que envejece rápidamente y que nos impone nuevos desafíos, tanto en gasto de salud, como en gasto previsional a futuro. Muy recientemente Naciones Unidas1 estima que el 13.4% de la población es mayor de 60 años. En el año 2030 esta proporción será cercana al 16.5%. Como dicen los expertos del tema el llamado “bono demográfico” fenece aceleradamente, imponiendo fuertes retos2 financieros, fiscales y de seguridad social en toda la región.

En la coyuntura vemos con mucha preocupación que mientras el consumo de los hogares lideró la recuperación del período 2021-2022, quizás el declive del ahorro macroeconómico sea uno de los costos que pagaremos, al quedarnos con menos munición para financiar el desarrollo. De acuerdo con las cuentas regionales de CEPAL, el ahorro macroeconómico de América Latina hoy es de 17% del PIB en América Latina, mientras que regiones como África Subsahariana tienen ese indicador en el 25% del producto. Claros contrastes que nos dejan en una posición adversa para perseguir el desarrollo económico.

Debo decir además que el brote inflacionario que tiene la inflación promedio un 12% en la región, aún tiene un largo camino por recorrer y estabilizar. La distancia entre los resultados actuales en materia de precios, con las metas- rangos planteadas por los bancos centrales, nos permite prever que la estabilidad de precios tomará quizás al menos el resto del año en consolidarse. Con esto es previsible que las tasas de interés se mantengan en niveles altos y los agregados monetarios continúen reflejando una política de corte contraccionista.

Con mucha preocupación y mirada objetiva, debo decir que los últimos meses han sido de muchos acontecimientos en el mundo financiero. Altas tasas de interés, mercados de renta variable con intensa volatilidad, bonos soberanos perdiendo valor de mercado, y reducción de las emisiones internacionales de bonos privados. Las llamadas empresas gigantes de la tecnología perdieron terreno en la bolsa y tuvieron que recurrir a la fórmula de los despidos masivos para buscar equilibrio financiero.

Como si esto fuera poco debo decir que los ecos de la crisis de 2008-2009 volvieron en los Estados Unidos. Quiebras de entidades financieras, retiros de depósitos masivos, reglas de solvencia sin cumplir, problemas y omisiones para gestionar el riesgo financiero son parte de un expediente que hoy ha puesto los denominados bancos regionales de Estados Unidos, en el centro de los reflectores de autoridades supervisoras, gobiernos, académicos y multilaterales.

La situación no fue menor y quiero recordar que el pasado 19 de marzo, los bancos centrales de Estados Unidos, Inglaterra, Europa, Japón y Canadá anunciaron una acción conjunta de apertura de líneas SWAP de liquidez (en dólares) con maduración de 7 días máximo3. Esto, con el fin de aliviar problemas de suministro de liquidez general en el sistema financiero global. Una medida similar fue adoptada en el año 2008-2009, en uno de los momentos más difíciles de la crisis financiera.

Recomiendo leer y descargar nuestro informe económico No 26 del mes pasado, donde dejamos una amplia documentación de lo que se conoce sobre la crisis bancaria en Estados Unidos en la actualidad.

La quiebra de un grupo de bancos cuyo monto de patrimonio individual medido en dólares es equivalente al PIB de algunos países de nuestra región, agitó los mercados y ha puesto momentos de tensión en los mercados bursátiles, de bonos corporativos y de depósitos. Adicionalmente, hay una interesante y necesaria discusión sobre el rol que cumple el seguro de depósito como amortiguador de sucesos adversos inesperados.

No me cabe la menor duda que los hechos estilizados que vienen ocurriendo en la industria financiera global, dejan muchos temas de reflexión, análisis y profundo estudio para la profesión y el quehacer de los auditores. El mundo financiero siempre es un mundo que exige verificación, reconstrucción de la información y cuidado sobre las fuentes de datos contables, financieras y económicas.

Por un lado, está la gestión de riesgo, que necesita funcionarios que sean alter ego. Muchos de los problemas actuales evidencian una gestión de riesgo deficiente5, que debería corregirse a la mayor brevedad posible. Es claro que esto exige nuevamente verificación y lectura detallada de los problemas; punto en el cual los auditores considero, deben tener un papel muy activo.

Por otro lado, es claro que algunas entidades quebradas no tenían ni siquiera nombrado un funcionario que ejerciera las funciones de análisis del riesgo financiero. Quizás la voz de un auditor en dicho caso habría puesto una alerta sobre la situación y evitado que la gestión no estuviera hoy emplazada por ausencia de funcionarios y cumplimiento de procesos.

A la par que algunos de los bancos regionales de los Estados Unidos, no podemos perder de vista que nuestro sector financiero cada vez va camino a la no presencialidad, a la digitalización, y a una serie de canales no tradicionales. Y tengo que decir enfáticamente que los bancos son actores dinámicos en este campo. De acuerdo con nuestro VIII Reporte de Inclusión Financiera, estimamos que en el año 2014 las transacciones por el canal de la banca móvil de América Latina representaban el 8% del total de transacciones. El mismo indicador para el año 2021 fue del orden del 50% representando un crecimiento anual promedio del 538% en el período 2012-2021.

Esto por supuesto implica que los bancos requieren personal capacitado en informática, robótica, ciencias de datos, estadística, redes, herramientas WEB y matemáticas de alta complejidad. En esto los auditores no pueden ser ajenos de ninguna manera. Bajo ninguna circunstancia podríamos hablar en el perfil de un auditor, que el mismo carezca de conocimientos en temas tales como las operaciones hechas en la “nube” y los retos que hoy implican temas tan polémicos y dinámicos como la inteligencia artificial. Muy pronto, vemos como el trabajo interdisciplinario e intramural cobra importancia para los grupos que revisan los temas de auditoría.

Es claro también que la velocidad de los acontecimientos y el vértigo que se experimenta en los mercados, las variables económicas y hasta los acontecimientos del entorno geopolítico, hacen que tengamos que trabajar con mayor velocidad y mejores herramientas a nuestra disposición. La agilidad para los diagnósticos y la calidad de los análisis son variables que van al alza por estos días. Los auditores tienen el reto de entregar información y conceptos con mayor celeridad.

Quizás las herramientas modernas de la información y la computación le ofrezcan algunas pistas a seguir.

Los auditores son un alter ego de los expertos en riesgo, y una mirada serena de los negocios. Quizás en algunos casos son un catalizador de la velocidad de los mismos. Esto de ninguna manera es un pretexto para decir que la labor del auditor es un óbice para el desarrollo de los negocios connaturales a la banca. Lo que si podemos afirmar es que el crecimiento debe realizarse con algún grado de seguridad mínimo, más en estos tiempos de choques externos adversos, volatilidad y cambios en las preferencias del consumidor.

Esta década se ha caracterizado por diversos eventos inesperados que han complejizado los negocios incrementando la incertidumbre. En ese contexto hay que decir que los riesgos son crecientes para todos. Resulta imposible leer el futuro y saber el devenir de los hechos.

Lo que si es seguro es que los auditores cumpliendo una labor rigurosa, son una fuente de valor para las entidades financieras y bancarias.

Tenemos una interesante agenda académica por delante. Por esta razón los invito a disfrutar de este congreso CLAIN en su edición número vigésimo séptima.

¡Bienvenidos todos a este congreso!

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